DESAYUNO EN TIFFANY´S

Fragmento de «Desayuno en Tiffany´s». Truman Capote

No se enamore nunca de ninguna criatura salvaje, Mr. Bell. Esa fue la equivocación de Doc.
Siempre se llevaba a su casa seres salvajes. Halcones con el ala rota. Otra vez trajo un lince rojo con una pata fracturada. Pero no hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen.
Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes para huir al bosque. O subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto. Y luego al cielo.
Así terminará usted, Mr. Bell, si se entrega a alguna criatura salvaje. Terminará con la mirada fija en el cielo.
-Está borracha- me informó Joe Bell.
-Un poco- confesó Holly-. Pero Doc me entiende. Se lo he explicado con todo detalle, y eran cosas que podía entender. Nos hemos dado la mano, nos hemos abrazado, y me ha deseado buena suerte.- Echó una mirada al reloj-. A esta hora ya debe estar en los Montes Azules.
-¿De qué habla?- me preguntó Joe Bell.
Holly alzó su Martini:
-Deseémosle suerte a Doc- dijo, haciendo chocar su copa contra la mía-. Buena suerte, y créeme, queridísimo Doc, es mejor quedarse mirando al cielo que vivir allí arriba. Es un sitio tremendamente vacío. No es más que el país por donde corre el trueno y todo desaparece.

Deja un comentario