Archivos Mensuales: enero 2020

FRÁGIL

MJ PAREJO

Llaman al timbre de forma insistente. Cuatro veces seguidas de una pulsación prolongada que suena a urgencia. Una fuerza interior me obliga a desobedecer las órdenes de mi madre y acercarme hasta la puerta para asomarme por la mirilla, algo que figura entre las cosas que no se me deben ocurrir cuando estoy sola.
Observo que un Rey Mago se impacienta en el descansillo, ¿quién soy yo para rehusar cualquier ofrecimiento de un ser mágico que viene de Oriente? Estos señores entran y punto.
Así que infrinjo la segunda fundamental prohibición y abro con la cautela de quien desactiva una bomba. El Rey lleva gorro de lana y un plumífero abrochado hasta el cuello. Me alarga una caja enorme en cuya superficie ha dejado un boli y una hoja de papel. Hasta que se percata de que, por mi estatura, parece difícil que yo sea una adulta. Entonces pregunta por mi madre. “Ahora mismo no está en casa”, le confieso (tercera directriz de capital importancia que me salto en pocos minutos).
Y tras un instante de titubeo me contesta que no importa depositando la caja en el pasillo sin más explicaciones. Debe tener prisa, baja los escalones de dos en dos en vez de esperar al ascensor. Me extraña porque siempre había imaginado a los verdaderos Reyes Magos como hombres de cierta edad que no están para muchos trotes. En las cabalgatas, además, llevan vestidos pomposos y largas barbas. Tienen paciencia y sonríen a todos los niños porque aman su trabajo. Viajan en camello. Sin embargo este Rey Mago conduce una moto, lo descubro al subirme a un taburete para asomarme a la ventana del salón (y ya van cuatro normas incumplidas). Desde allí veo cómo se monta mientras abrocha su casco.
“¡Espera!”, le grito desde la ventana. El Rey mira hacia arriba.
“¿Eres Melchor?”, le pregunto. El casco dificulta la comunicación entre nosotros. Él niega con la cabeza. Pruebo de nuevo: “¿Gaspar?”. Vuelve a negar esta vez moviendo el dedo índice a modo de limpiaparabrisas. “¿Baltasar entonces?”, insisto. El vehículo se incorpora a la circulación pero justo antes de doblar la esquina el motorista suelta el manillar con una mano y levanta el pulgar en un gesto afirmativo.
Es bastante sospechoso que los Reyes Magos hagan su reparto en moto, yo ya no me creo nada. También dicen que si te portas mal no te traen regalos y, sin embargo, han dejado un paquete en la entrada de mi casa. Voy a abrirlo antes de que llegue mi madre.